Si te dijera que el descubrimiento de la cafeína se efectuó gracias al encuentro entre un científico y un poeta ¿lo creerías? Si aún tienes tus dudas quédate en esta entrada y te contaremos como el cruce de caminos entre Friedlieb Ferdinand Runge y Johann Wolfgang Von Goethe, posibilitó un valioso hallazgo para la cultura del café.
Friedlieb Ferdinand Runge fue un químico analítico alemán que desde muy temprana edad se interesó por la ciencia. Su gran capacidad de observación le posibilitó descubrir los efectos midriáticos (dilatación de la pupila) producido por el extracto de belladona. Por otro lado, Johann Wolfgang Von Goethe fue conocido por su genio poético, no obstante, en sus años de madures (sin dejar de lado la poesía) fue un científico aficionado que se dedicó a estudios empíricos de farmacia, química, botánica, biología, mineralogía, meteorología y óptica. Esta última rama investigativa fue la que lo cruzó con el químico analítico.
El encuentro entre el poeta y científico pudo darse gracias a Johann Wolfgang Döbereiner, cuyos trabajos teóricos aportaron herramientas esenciales para la construcción de la tabla periódica. Goethe tuvo una estrecha relación con Döbereiner el cual le contó, en una de sus conversaciones sobre una investigación química de las plantas que estaba adelantando uno de sus discípulos (Runge). Anexo a esto le señaló una anécdota en donde su aprendiz era capaz de dilatar a voluntad la pupila de su gato doméstico con extracto de belladona.
Este último detalle interesó en sobremanera al poeta y solicitó un encuentro con el químico analítico. El encuentro entre Goethe y Runge tiene una atmosfera un poco graciosa. Basta con imaginar al joven científico rumbo a casa de uno de las más grandes figuras de las letras alemanas con un gato domestico entre manos. El encuentro fue breve y sustancial. El extracto de belladona dilató los ojos del felino y Goethe quedó muy satisfecho con el descubrimiento del joven Runge. Una vez terminada la velada, el poeta le entregó al científico una pequeña caja con unos raros granos de café moca árabe, invitándole a realizar un análisis de su contenido. Emocionado por la encomienda, al despedirse, Runge por poco olvida a su gato.
Después de algunos meses de trabajo en el laboratorio, Friedlieb Ferdinand Runge había extraído y purificado con éxito lo que hoy conocemos como cafeína. Es así como empieza, en 1863, la historia científica de la cafeína. Gracias al encuentro entre dos figuras que en la actualidad parecen antagónicas, el compuesto que hace tan estimulante el café pudo ser revelado. Muchos años después, en 1971, después de avances importantes en relación con el descubrimiento de Runge, el Oxford Engliish Dictionary, entregó el primer significado oficial de la palabra. “Cafeína: compuesto químico (adaptado del francés caféine). Alcaloide vegetal que cristaliza en sedosas agujas blancas y se encuentra en las hojas y semillas de las plantas de café y el té, las hojas de guaraná, el mate, etcétera.”
Si te dijera que el descubrimiento de la cafeína se efectuó gracias al encuentro entre un científico y un poeta ¿lo creerías? Estoy seguro que si llegaste hasta aquí no lo dudarás ni un momento. Su origen curiosamente simbólico parece ser la puerta de entrada a un fenómeno social de una gran envergadura, del cual, tenemos la fortuna de hacer parte.
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