El arte de quedarse
- Media Group
- hace 6 días
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En un mundo donde muchos buscan oportunidades lejos de su tierra, Café Primitivo nació de una decisión distinta: la de quedarse.
Quedarse en el Quindío no fue una casualidad ni un gesto romántico, sino una estrategia consciente de crear valor desde el origen, de construir una empresa donde la innovación, la sostenibilidad y la identidad cultural convergen en una misma taza.
Una empresa nacida del territorio
La historia de Café Primitivo comienza con Ana María Donneys Correal, quinta generación de una familia cafetera que entendió que el futuro del café colombiano debía escribirse desde las fincas, no desde los escritorios.
Tras formarse en Administración de Empresas, Innovación y Agronegocios, Ana María tomó una decisión empresarial clave: no migrar hacia el mercado urbano, sino profesionalizar el campo. Así, el Quindío se convirtió en su laboratorio de innovación, y sus fincas Villa Libia, La Paloma, Primavera y Santa Rita en escenarios de transformación productiva.
Allí, la marca Café Primitivo consolidó su modelo de negocio: un sistema integral donde la calidad, la trazabilidad y el impacto social no son departamentos aislados, sino ejes que estructuran toda la operación.
“El arte de quedarse es entender que el territorio no es un límite, sino una ventaja competitiva.”
Del origen a la estrategia
Desde sus inicios, Café Primitivo se propuso demostrar que la sostenibilidad también es rentable. Por eso, cada proceso desde la siembra hasta la exportación responde a un principio empresarial claro: crear valor compartido.
El modelo de Primitivo integra tres pilares:
Innovación productiva: experimentación con procesos de fermentación.
Gestión integral del conocimiento: trabajo con universidades y proyectos científicos que fortalecen la trazabilidad y la diferenciación del producto.
Impacto social y de género: liderazgo en la International Women’s Coffee Alliance (IWCA) y programas de formación para mujeres productoras.
De esta manera, quedarse en el territorio se transformó en una ventaja estratégica: una oportunidad para fortalecer capacidades locales, retener talento joven y construir una marca global desde las raíces.
El territorio como empresa viva
En Café Primitivo, cada finca es más que un centro de producción: es una empresa viva donde confluyen la técnica, la tradición y la visión empresarial.
Esta articulación entre territorio y empresa ha permitido que Primitivo evolucione de una finca familiar a una marca exportadora de café de especialidad, con alianzas internacionales que valoran su origen y su coherencia social.
Quedarse también es liderar
Hoy, bajo el liderazgo de Ana María Donneys, Café Primitivo se proyecta como una organización que representa una nueva generación de empresas cafeteras: jóvenes, innovadoras y con propósito.
Su visión es clara: demostrar que el éxito empresarial no depende de la distancia con los centros económicos, sino de la cercanía con la tierra, la comunidad y la historia.
En un país donde muchas historias rurales se escriben desde la partida, Café Primitivo eligió el camino opuesto: permanecer para transformar, producir desde el origen y competir con identidad.
Porque quedarse para Primitivo no es inmovilidad: es estrategia, es convicción, es propósito.




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