Muchas historias conocemos sobre el descubrimiento del café, incluso, en entradas anteriores, compartimos con ustedes algunas de las versiones más conocidas, sin embargo, sobre la cafeína en específico, ¿sabemos que fue descubierta en el siglo XIX? ¿Recuerdan quién la descubrió? La respuesta de muchos ha sido negativa y creemos que un verdadero apasionado del café debe saberlo todo, incluso esas pequeñas historias, esos mitos que por ser tan antiguos nos resultan tan ajenos e inverosímiles. Aquí te contaremos más sobre ello, atentas y atentos.
Como ya hemos señalado, la cafeína es una de las sustancias alimentarias más consumidas en el mundo dado que es un estimulante que produce diversos efectos en el cuerpo debido a que activa, de manera temporal, el sistema nervioso central, posibilitando un estado de alerta.
La cafeína es reconocida como un alcaloide -sustancia que se encuentra en ciertas plantas y constituye un estimulante natural- que se encuentra no solo en el café sino en otras plantas como el cacao, el té y el mate (aunque en cantidades menores). La historia cuenta que fue entre 1819 y 1820 cuando Friedlieb Ferdinand Runge, un químico alemán que había descubierto que el extracto de belladona causaba la dilatación de las pupilas, descubrió también la cafeína al aislarla del café. Cuando Runge habló sobre su experimento a su amigo Johann Wolfgang Von Goethe (uno de los escritores más importantes de la literatura universal), este último se interesó mucho y dada su obsesión por el café, le sugirió a su amigo que lo estudiara químicamente. Fue así como algunos meses más tarde Runge pudo descubrir la cafeína en las semillas de café, quien entonces le atribuyó el término de kaffein.
Posteriormente, hacia 1821, Pierre Joseph Pelletier y Pierre Jean Robiquet describieron la cafeína, pero fue hasta finales del siglo XIX que Hermann Emil Fischer encontró la estructura completa de la cafeína. En buena medida, se señala que, fue por esta investigación que Fischer obtuvo el Premio Nóbel de química a comienzos del siglo XX.
En cuanto a la cantidad de cafeína que encontramos en el café, es importante saber que esta varía dependiendo del grano de café que consumimos, del tipo de tostión y del método de filtrado que utilizamos. Por ejemplo, el café tostado oscuro suele tener menos cafeína que los tostados más suaves o ligeros. Ahora, dependiendo del tipo, es más frecuente que el café arábica tenga mayor cantidad de cafeína que el café robusta.
De esta manera llegamos al final de esta historia, una pieza más que se encaja en nuestros conocimientos sobre el origen del café. Es curioso que haya sido Goethe, un escritor adicto al café como él mismo se consideraba, quien de alguna manera dio el primer empujón para que se descubriera la cafeína. Pareciera que el café y los libros se unen de diversas y curiosas maneras. Por ahora, nos queda seguir leyendo y descubriendo un poco más sobre esta cultura al calor de una taza de Café Primitivo.
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